Somos hierros, envueltos en alambres de cobre, y cada vez que queremos magnetizarnos podemos lograrlo: Hacemos fluir nuestro VOLTAJE interior por el alambre (y atraemos a quienes deseamos atraer) Al imán no le inquieta la técnica del funcionamiento. Es él mismo, y por su naturaleza atrae algunos elementos y deja otros intactos.
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